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Opinión: Sobre las contradicciones de la práctica del trekking en el entorno de la urbe

José Mena

Publicado el 24/06/2016

El mundo de las “actividades al aire libre”, más conocido bajo el anglicismo outdoors, ha ido adquiriendo cada vez más presencia: en Chile, en el Norte, en el Sur, en los países vecinos y no tan vecinos; también en los medios de comunicación, en los malles, incluso en algunas de las películas más taquilleras que dan en el cine. Las personas que practican la escalada deportiva saben que hoy escala más gente que ayer; quienes están en la movida de las playas y los deportes náuticos con tabla, también tienen la impresión de que el surf y sus derivados conforman una familia de deportes que va “para arriba” en lo que a tendencias se refiere. Los ciclistas –tanto del cerro como en las calles de la ciudad– probablemente intuyen lo mismo: cada una de estas actividades ocupa hoy un lugar más visible, más presente y más importante en la vida de muchas personas que aquel que ocupaba ayer, o quizás hace 5, 10, 20 años atrás.

El senderismo o trekking no es la excepción a este fenómeno. Por el contrario, en la medida que se trata de un deporte que resulta relativamente accesible para un público diverso (pues no hace falta mucho más que saber caminar), para el cual además contamos con la disponibilidad generosa de infinitos relieves montañosos (y caminables) a lo largo de Chile, entre muchas otras razones, es que hoy la vieja costumbre de recorrer senderos por entornos silvestres ha alcanzado los mayores niveles de popularidad que se han conocido desde tiempos remotos, quizás prehistóricas.

 

Ya sea nos refiramos al senderismo o bien a cualquier otra actividad que responda al glamoroso apellido outdoor, el mencionado auge pareciera ser a todas luces una buena noticia: ¡qué mejor que muchas personas estén optando por buscar el contacto con la naturaleza y por la actividad física en lugar del sedentarismo! En tiempos en que el 90% de la población chilena reside en ciudades, la vida al aire libre pareciera ser una incipiente panacea que a su paso deja una rica estela de externalidades positivas, tanto para el individuo como para el colectivo.

 

Sin embargo, este auge no está exento de problemas. Si nos referimos únicamente a las lógicas del senderismo, se debe tener en consideración algo que puede resultar una obviedad: la práctica del senderismo requiere de senderos, o al menos, de un terreno a través del cual mover los pies sea un ejercicio plausible. Si descontamos aquellas geografías y lugares realmente inhóspitos –que no escasean en Chile–pareciera ser que ante la creciente demanda, los senderos de los alrededores de las ciudades se han vuelto un bien escaso.

 

Esto último es lo que podría pensar un gringo, llamémoslo Doug, si es que su primer acercamiento al senderismo en suelo nacional tuviera lugar en el contexto de una excursión al cerro Manquehue , clásica ruta enclavada en el sector nororiente del valle de Santiago. Es posible que Doug note que este sendero demuestra signos evidentes de deterioro, y en la misma medida, que el terreno por el cual discurre presenta graves signos de erosión. No es descabellado pensar que si acaso el buen Doug decidiera realizar su excursión un día domingo por la mañana, es posible que pueda encontrarse en el sendero con 500, quizás 1000 excursionistas, desperdigados entre la cumbre y los 2,3 km de extensión que tiene esta ruta de punta a cabo. De esta manera, al concluir la excursión de nuestro amigo Doug, éste se llevaría al hemisferio norte la impresión de que las condiciones que presenta el sendero que lo llevó hasta la cima de la montaña Manquehue, en Chile, se ven ampliamente sobrepasadas en su capacidad para recibir y soportar de buena manera los pisotones y bastonazos de los excursionistas.

 

Me he referido al caso del cerro Manquehue. Tengo entendido que el alto nivel de popularidad que esta ruta cuenta entre los santiaguinos se remonta 50 años atrás o quién sabe cuánto tiempo más. En ese tiempo, probablemente el senderismo haya sido una práctica mucho menos extendida, sin embargo, por aquellos años el abanico de excursiones más concurridas por los excursionistas capitalinos no difería mucho de la gama de posibilidades que manejan los excursionistas de hoy en día a la hora de decidir hacia dónde dirigir sus próximos pasos. En esta línea, me parece relevante comentar que estuve hojeando la Guía de excursionismo para la Cordillera de Santiago, de Gastón San Román (1977) y las rutas más destacadas por el autor corresponden a los mismos nombres que suenan hoy: Manquehue, el Pochoco, la quebrada de San Ramón, quebrada de Macul, el Alto del Naranjo.  A modo de experimento estuve hablando con algunos amigos y amigas acerca de las rutas que frecuentan en los alrededores de Santiago. No escuché nombres distintos.

 

En la misma línea de averiguaciones, hice un pequeño ejercicio con la herramienta de búsqueda de la red social Instagram, ya que es bastante frecuente que sus usuarios compartan por este medio fotografías de sus aventuras, etiquetando con un hashtag (#) el lugar visitado. Esto fue lo que arrojó el buscador: #cerromanquehue (5240 referencias); #pochoco (2326 referencias); #quebradademacul (3440); #aguasderamon (2530); #saltodeapoquindo (912). Me parece interesante notar que, por ejemplo, el cerro Carbón, vecino inmediato del Manquehue que además cuenta con mejores accesos y mejor infraestructura que este último, presenta una cantidad considerablemente menor de referencias en esta red social: #cerrocarbon (204).

 

Mi impresión es –y puede que me equivoque– que hoy prácticamente son los mismos lugares que eran frecuentados por los senderistas de antaño los que han debido “absorber” el masivo interés que se ha despertado recientemente en muchas personas por esta actividad. En sintonía con esta idea, estuve mirando algunos números de Andeshandbook y descubrí que sólo dentro del territorio que abarca la Región Metropolitana, a la fecha hay publicadas 33 rutas de senderismo en dicho sitio web (incluyendo algunas cumbres de 2000m o menos) pero que, sin embargo, el 41% de las visitas recibidas por éstas durante el último año se concentra solamente en 5 de estas rutas. Sin pretender extrapolar estas cifras a la realidad, el dato no deja de ser una referencia interesante.

 

A estas alturas del artículo, espero que resulte claro que el problema no radica en que no existan más alternativas apropiadas para la práctica del senderismo. La Cordillera es casi infinita y hay muchos “senderos secretos” que hoy figuran descritos con lujo de detalles en varias guías de excursiones, en mapas, foros y también en páginas web como Andeshandbook. A pesar de eso, es frecuente escuchar la creencia que no hay información sobre lugares dónde ir a caminar o cerros para conocer. Pero el problema no es la inexistencia de información sobre senderos, sino el desconocimiento relativamente generalizado de que en realidad, sí existen varias fuentes de información que ponen a la disposición de a quien le interese una nutrida cantidad de senderos prolijamente documentados.

 

Vuelvo a la imagen del cerro Manquehue, repleto. Tal concentración de caminantes en el tiempo y el espacio llega hasta el punto de que la práctica del senderismo se ha vuelto nociva contra el entorno y contra la experiencia misma de caminar. Por una parte, es razonable que la gente vaya al cerro durante su tiempo de ocio, y bueno, si el tiempo de ocio de todo el mundo es coincidente en los horarios, eso es un problema de solución difícil. No así la concentración de senderistas en un punto geográfico determinado –como el cerro Manquehue –que es una arista del problema que me parece más abordable. El hecho es que, al menos en Santiago, son unos pocos los senderos que pagan el pato mientras que la gran mayoría de las rutas permanece en un estado bastante silvestre pero sobre todo anónimo.

 

Mi impresión es que el trekking sigue creciendo en popularidad de tal manera que se corre el riesgo de depredar los lugares donde se realiza de manera masiva, sin contar con la infraestructura adecuada ni regulación. Mientras las rutas más populares de Santiago no tengan el diseño y la infraestructura que ayude soportar de buena manera la carga de gente, y/o no exista algún tipo de regulación o manejo racional del nivel de uso que les podemos dar, creo que se hace necesario que comencemos a recorrer senderos que no conocemos.

José Mena

Soy sociólogo y actualmente estudiante de MBA. Colaboro con Andeshandbook desde el 2012.

COMENTARIOS
Juan Cristóbal Arriagada Leiva

21/12/2015

Rescato el trabajo que hace Outlife en el Manquehue hace un tiempo, ya que he visto que se hacen cargo de demarcar adecuadamente los senderos. La Asociación de Parques Cordillera también ha hecho un buen trabajo en mi opinión, aunque a varios que conozco no les guste tener que pagar por acceder al cerro.


Andrés Figueroa

22/12/2015

El mundo ha cambiado, Chile ha cambiado, no cabe duda. A comienzos de los '70, el vecindario de mi barrio se reía al ver a mi padre trotar dando la vuelta a la manzana, y haciendo ejercicios en una plazuela........ Lo encontraban medio loco.Con él me inicié en el Excursionismo, rama del Andinismo que tiene como finalidad el esparcimiento físico y mental, recorriendo senderos y lugares inaccesibles en vehículo, sin necesidad de escalar o ascender una montaña.Mis primeros pasos en el excursionismo fueron en el Grupo Scout del Instituto O'Higgins de Rancagua (Hermanos Maristas) en 1974 cuando cursaba 5º Año Básico. Paralelamente, mi padre me llevó a conocer hermosos parajes cordilleranos, y algunas veces, a subir cerros como el Orocoipo y el Pabellones.Luego de su temprana e inesperada partida en 1976, no dejé de visitar la montaña en invierno, especialmente a los centros de esquí de Lagunillas y Farellones...En 1990, y como un regalo del cielo, me desempeñé en producción en Canal 13 y me tocó la realización de programas de turismo aventura como Deporte Color". Se hacían conocidos los términos "ecología, ecoturismo, rafting y trekking".Actualmente, el deporte es un bien de consumo que debido a la infinita oferta publicitaria ha adquirido miles de adeptos. Trotar al aire libre y visitar el gimnasio está "in", pero más por moda que por vocación deportiva,El Excursionismo no es lo mismo que el "Senderismo". El primero conlleva la exploración y el sentimiento místico y espiritual por la montaña, en cambio el segundo, trata de "sacar el gimnasio" al aire libre sin salirse de la huella hasta llegar a un mirador con barandas.Me atrevería afirmar que la mayoría de los "senderistas" caminan o corren escuchando música de sus audífonos conectados al celular, en cambio el excursionista escucha y se deleita con los sonidos de la naturaleza: el viento, el río, los pájaros, el sonido de sus pasos, etc.Para mi gusto, el Excursionismo es el primer paso al Andinismo o Montañismo, en cambio el "Senderismo" no es más que una actividad recreativa urbana y de moda.El Excursionismo nunca erosionará los senderos ni las montañas.https://www.facebook.com/doctoraugustofigueroa/Saludos"


Martín Montes

22/12/2015

Muy de acuerdo con la reflexión, ahora bien me pregunto ¿porqué pasará esto? Posiblemente las variables sean muchas, sin embargo en lo personal considero que ir compartiendo las rutas que conocemos es fundamental. Al sentirme identificado con el estereotipo de rekkero que no sale de las rutas típicas" considero que un elemento importante es que a pesar de que exista información disponible, me cuesta variar a nuevas rutas de manera independiente (ya sea porque no conozco la ruta, porque no sé qué tan exigente es, o lo que sea). Creo que el acompañamiento inicial es fundamental en especial para quienes se están recién introduciendo en esta práctica. Tal vez hacen falta "tutores" que pasen la posta sobre nuevas rutas para que una vez introducidos podamos seguir compartiéndolas con los demás y así se valla armando una red..."


Álvaro Vivanco

22/12/2015

La falta de imaginación de los santiaguinos parece que es grande. A esto le agregaría la poca motivación por atreverse a lo nuevo. No hay mucho espíritu de aventura y prima la seguridad por sobre todo, aunque esto signifique repetirse el plato mil veces.


José Mena

22/12/2015

Estimado, perdone mi ignorancia pero...¿de dónde salió esa distinción entre senderismo/excursionismo? Al menos no creo que sea bueno promover estos estereotipos.


Paulo Cox

22/12/2015

El autor nos plantea varios temas acá. El senderismo como actividad para la salud y bajar unos kilitos? o como exploración de los desconocido? cómo regular o normar los pasajes por donde transitamos para preservar lo que descubrimos? efecto cascada en la elección de paseos: en 50 años el público sigue repitiendo los mismos itinerarios a pesar de la existencia de AHB (de pasadita: tendrán algo que ver en esto los numerosos problemas de acceso a los bordes cordilleranos en nuestra ciudad). En fin, el autor nos ofrece un banquete variado, aunque no sé si todo lo que está sobre la mesa cuaja bien entre sí. Tal vez valga separar los diferentes temas o escoger distintas aristas desde donde abordarlos.


Juan Cristóbal Hurtado

22/12/2015

Con el montañismo sucede algo similar en todo caso. Son pocos los que se salen de los clásicos y buscan cosas nuevas. Federación para los fines de semana largos de Diciembre y Marzo esta lleno, muchos repitiéndose el plato.Por otro lado me parece bien que crezca la actividad al aire libre, cualquiera sea la motivación, pienso que la gente al conocer su entorno, los cerros, ríos, etc., y entenderlos, aprende a cuidarlos y quererlos. De ahí la preservación debiera mejorar.Por último es tarea de todos educar a la población sobre estas actividades, por lo mismo no me molesta pagar una entrada si con eso se que los senderos están habilitados, limpios, hay seguridad, baños, gente guiando o explicando, etc. Otra historia es que te cobren por entrar y de ahí nada...


Elvis Acevedo

29/12/2015

Por que no dejar que las personas vayan donde quieran?, por que criticar al que se repite los lugares o cerros?, y si simplemente le gusta ir a ese lugar?Tienen que ser todos exploradores/innovadores?...No, la montaña da espacio para que cada uno haga lo que quiera, preocuparse de lo que UNO hace sin criticar a los demás.


Eduardo Bustillo

27/06/2016

Deja a los weones que degraden el cerro Manquehue tranquilos. En todo caso ya es naturaleza perdida por el absurdo crecimiento de Santiago y los absurdos santiaguinos. Que se queden ahí y no vayan a cagar otros cerros...AMEN.


Rocio Ramirez

13/07/2016

Interesante reflexión y experimento. Creo que esta columna merece apreciaciones más profundas que "dejar a cada cual hacer lo que quiera" o "me cago en Santiago". Como amantes de la naturaleza, no podemos dar por perdidas las batallas por preservar los espacios naturales y asumir dicha erosión por el aumento en el flujo de personas y la moda. Como bien dice José Antonio, se tienen que desarrollar e implementar medidas que permitan abordar la situación de manera inteligente. Es importante preguntarse ¿Por qué ESTOS cerros están de moda, y no otros? No es menor, quizás se deba al vasto conocimiento que se tiene de sus rutas, a una tradición (difícil de alterar), por lo que es más fácil iniciarse en estas prácticas al aire libre. En ese sentido, podemos dejar a cada cual hacer lo que quiera, pero la naturaleza nos exige responsabilidad en su "uso", por lo que, a medida que se informe y se den a conocer nuevos lugares, cada cual puede diversificar su "querer-hacer-lo-que-quiera". Por otro lado, es cierto que la creciente expansión de los limites urbanos de Santiago y su crecimiento poblacional repercute directamente sobre dichos senderos emblema. En segundo lugar, estoy totalmente en desacuerdo que el caso del ejemplo (Cerro Manquehue) sea naturaleza perdida. ¿Quién puede tener la autoridad para decretar eso? ¿en qué punto una naturaleza es "perdida", especialmente si en la cumbre se pueden observar (si tienes suerte) alguno que otro cóndor, si puedes identificar distintas especies de pájaros u otros animales, si es que estando en la cima puedes dirigir la mirada hacia el lado norte y deleitarse con un paisaje más rural que urbano? Además, si se sigue dicha lógica, es cosa de tiempo que una vez que se cambie el cerro de moda, ocurra lo mismo y nunca se desarrolle una conciencia senderista/excursionista, o como quieran llamarle, que aborde el deporte y la naturaleza de manera más armónica y responsable.


Ivan V.

26/07/2016

Un área supuestamente protegida como es el P.N. Aguas de Ramón nuestra en todo su sendero sobre todo hasta llegar al puente de los Peumos, notorio efecto erosivo de los múltiples visitantes, pero la organización parece indolente, incluso numeroso ganado mayor (vacunos y equinos) sumado a los perros de los guarda-parques (vectores de enfermedades) son permitidos. Yo creo que el problema parte por ahí, tener una adecuada organización que eduque, proteja y haga cumplir la reglamentación vigente. obviamente la creación y actualización de múltiples áreas protegidas que se dediquen a desarrollar y encausar a la población a diferentes senderos ayudaría, como también tener adecuada protección policial con equipamiento y conocimiento para proteger las rutas como por ejemplo Manquehue. Esto no se puede hacer aparecer de la manga de un mago, pero requiere que nuestras autoridades ya se vayan dando cuenta de esta tendencia actual.


Anna Howze

03/06/2019

Para mi gusto, el Excursionismo es el primer paso al Andinismo o Montañismo, en cambio el "Senderismo" no es más que una actividad recreativa urbana y de moda. Play impossible game